BUEN GOBIERNO SI, PERO APOYADO EN UN BUEN MODELO DE GESTIÓN

Una de las fuentes del concepto de Responsabilidad Corporativa o Responsabilidad Empresarial fue la conceptualización de la empresa excelente y la descripción de las características que debía cumplir. Frente a la visión de la empresa como organización diseñada para alcanzar los mayores beneficios económicos para los propietarios del capital, sus inversores y accionistas, surgió una visión más amplia y completa que señalaba la búsqueda de resultados en clientes, las personas y la sociedad como forma de acrecentar la competitividad y, por ende, los resultados económicos. De aquí se llega con relativa facilidad al concepto de la triple cuenta de resultados, utilizado por primera vez por John Elkington en 1994, frente a la exclusiva cuenta de resultados económica.

La idea no era nueva. Henry Ford, quien fundara y presidiera la compañía Ford Motor Company a principios del siglo XX, ya manifestaba una visión avanzada de lo que debería ser una empresa cuando sostenía que “nuestro propósito es permitir que el mayor número de personas acceda a la propiedad y el disfrute de un coche. Y ofrecer a un gran número de personas buenos empleos y buenos salarios. Si lo conseguimos, el dinero no cabrá en los bolsillos”. Señalaba claramente, con una gran visión, la gestión de los asuntos relacionados con sus clientes y las personas que trabajaban en su organización como clave para el fortalecimiento de su cuenta de resultados. Sin embargo Ford tuvo que enfrentarse a una demanda contra su compañía, en 1919, y al fallo del tribunal en su contra que argumentó que la empresa es una organización cuyo fin es, prioritariamente, la generación de beneficios económicos para los propietarios del capital. Los clientes y trabajadores no son sino un medio para la consecución de este fin.

Los escándalos corporativos de WorldCom y Enron, en Estados Unidos, pusieron sobre la mesa la necesidad de volver a poner el foco de la atención en la gestión del riesgo, junto a la generación de valor, en relación con la Responsabilidad Corporativa. Aparece con fuerza el concepto de ética empresarial, que algunos autores pretenden separar de la Responsabilidad Corporativa cuando forma parte de la responsabilidad de las empresas como integrantes de la sociedad. En este punto actuó el legislador y las empresas han tenido que adoptar políticas de gobierno corporativo: informes al regulador de los mercados y códigos éticos que recogen valores y principios de buen gobierno.
No obstante fuera de los requisitos mínimos exigidos, muy relacionados con los asuntos financieros, quedan muchas áreas de riesgo, medioambientales y sociales (más allá de los reputacionales), no cubiertas y fuera del control directo de los órganos de gobierno de las empresas.

Sin embargo el concepto de Buen Gobierno no debe quedar restringido a las grandes corporaciones, en especial con aquellas que cotizan en los diferentes Mercados de Valores, y, por ende, en la esfera de las Juntas de Accionistas y los Consejos de Administración. Gobernar significa guiar y dirigir; regirse según una norma, regla o idea. Y hacerlo Bien es aplicable a cualquier tipo de organización en su propósito de cumplir con su misión, conforme a una visión y unos valores.

Las organizaciones, para cumplir su misión, deben hacer frente a asuntos financieros, para cuya gestión se tienen bien establecidos políticas, estructuras organizativas y sistemas integrados de control, pero también a asuntos no estrictamente financieros los cuales no están sistemáticamente identificados, se gestionan con políticas y sistemas de gestión aislados, y cuya información e indicadores relevantes no aparecen en los cuadros de mando de los altos órganos de gobierno (en mucho casos sólo aparecen cuando se trata de planificar y aprobar inversiones por encima de determinado umbral) Por lo general, no existe un sistema integrado de gestión de asuntos no financieros.

Los riesgos (de impactos negativos de la organización en sus grupos de interés, sin olvidar los impactos negativos en sí misma) no entienden de crisis ni se aletargan esperando otros tiempos. Están siempre presentes, acechando y pueden poner en compromiso la sostenibilidad de cualquier organización. Está en la misión de la organización perpetuar la capacidad de generar valor en el tiempo, por lo que forma parte de su Responsabilidad y su Buen Gobierno gestionar todo aquello que puede impedir cumplirla, no sólo generar resultados sino también evitar los riesgos que impidan conseguirlos.Las organizaciones no compiten únicamente con los productos y servicios que ofertan, sino también con el modo en que se estructuran organizativamente y desarrollan sus procesos para producirlos y comercializarlos. Basta con contemplar las organizaciones más longevas y de mayor éxito, a lo largo de la historia, y ver que son también las que mejores estructuras organizativas presentan. Por ello es clave para el éxito y la sostenibilidad dotarse de modelos de gestión, también en esta área, que faciliten el desarrollo de su misión con eficacia.