Muchas pequeñas y medianas empresas, reconociendo la importancia de la responsabilidad social, se están planteando las siguientes preguntas: ¿Es esto realmente para mí? ¿Cómo lo gestiono? Lo verdaderamente importante para este colectivo, que representa el 4,4% del tejido empresarial en España (en número, excluyendo las microempresas), es su sostenibilidad en el tiempo. Y ahí es donde la responsabilidad social, bien gestionada, puede ayudarlas y mucho.
La solución no es tan complicada como aparentemente parece, a la luz de lo que publican las grandes corporaciones. Es simplemente cuestión de método. La clave reside en identificar aquellos asuntos verdaderamente importantes para cada organización, en los que debe concentrarse prioritariamente, y establecer los métodos más adecuados para su gestión, de forma que le aporten valor sin consumir más que los recursos necesarios.
Esto que sobre el papel parece sencillo, puede lograrse por aplicación de una sistemática que no es muy compleja, que no exige muchos recursos económicos ni personales y que consiste básicamente en:
· La revisión de los elementos de la cultura interna de la empresa, identificación de las cuestiones más importantes para la gestión del cambio y elaboración de una política de sostenibilidad.
· La revisión de las relaciones de la empresa con sus grupos de interés e identificación, análisis y priorización de sus asuntos relevantes.
· El diagnóstico del posicionamiento actual de la empresa frente a los requerimientos identificados.
· El diseño e implantación de un Plan de Acción que desarrolle operativamente los aspectos a mejorar, con inclusión de los cambios necesarios en la forma de gestionar.
Aunque no es imprescindible, si es aconsejable el acompañamiento externo por expertos, que además aportan una visión fuera del día a día de la empresa, que muchas veces no le deja tiempo para reflexionar sobre qué hacer para mejorar.