Sin embargo, cuando hay tiempo para planificar y seleccionar las diferentes alternativas o soluciones posibles para un problema concreto, es mejor empezar por el final.
Con empezar por el final, me refiero a intentar estimar las consecuencias de las posibles acciones o soluciones que queremos aportar a un determinado problema, de forma que antes de comenzar ya se vayan a vislumbrar los efectos positivos o negativos que pueden obtenerse según se apliquen unas u otras actividades.
Con respecto a la medición, si nos planteamos ¿Qué cambio queremos obtener con nuestra acción? Seguro que vamos a ver con más claridad cuáles pueden ser los indicadores que debemos controlar para luego conocer, con objetividad, los resultados de nuestras acciones.
Algunos estarán pensando que los proyectos sociales no son una ciencia exacta y que, en muchas ocasiones, el éxito de los mismos depende de muchas variables y esto es cierto. Sin embargo, cuando uno se adelanta a estimar las posibles consecuencias de la puesta en marcha de las actividades, tomando en consideración las distintas variantes, seguro que surgirán con más claridad los necesarios indicadores para conocer si el impacto esperado se va a producir.
Debemos plantearnos a quien queremos que afecte nuestra acción ¿a una organización? ¿a un colectivo? ¿a unas personas concretas? O ¿al medioambiente?
¿Qué cambio queremos que experimenten los receptores de nuestra acción? ¿cambio en su comportamiento? ¿desarrollo de ciertas habilidades? o ¿mejora en su calidad de vida?
¿Cómo vamos a determinar que los receptores de la acción han experimentado alguno de estos cambios o todos ellos? ¿A través de que fuentes podemos obtener esta información? ¿Con preguntas directas al beneficiario? ¿con seguimiento de las organizaciones? ¿a través de cuestionarios? o ¿con otras evidencias?
Realmente, son muchas cosas a tener en cuenta al principio de la puesta en marcha de un proyecto social, pero es necesario plantearlas para poder ver después, con objetividad, si la acción ha servido para conseguir el impacto positivo que se esperaba lograr.
