Nuestra propia experiencia de confinamiento nos ha puesto de manifiesto algo que está en nuestro interior y de lo que quizás no éramos conscientes: la necesidad emocional de pertenecer y mantener vivas las relaciones en los círculos primarios como son la familia, los amigos más cercanos y los compañeros con los que compartimos el entorno laboral.
Defiendo la conciliación como un sistema muy eficaz de gestión de los equipos, que trabaja sobre drivers de impacto en el capital económico, como son la satisfacción del empleado, menor rotación, mayor formación, menores costes de contratación, etc.; y en el capital social, como son la relación trabajador-empresa, diversidad e igualdad de oportunidades, no discriminación, etc. Y entre las herramientas disponibles está el teletrabajo, cuyos beneficios son evidentes para la empresa, en forma de ahorro de costes, para la persona, en su ámbito de desarrollo personal, incluso para el medioambiente, en la relación con la reducción de emisiones por desplazamientos.
Sin embargo, tiene un efecto social negativo. Se pierde el valor que se genera por el contacto y la convivencia presencial, que transmiten afecto y desarrollan empatía; el valor de los pequeños gestos y contactos físicos, el de la conversación de café, el del diálogo y el compartir los sentimientos.
Por otro lado, el teletrabajo se está reivindicando como necesario porque está cubriendo unas carencias que la sociedad no está consiguiendo resolver. Entre otras, una organización del trabajo en el que prime la orientación hacia los objetivos y no una cultura del presentismo, que define el hecho de pasar más horas en el lugar de trabajo de las exigidas y necesarias; o una red de comunicaciones y transporte público eficaces, que minimicen los tiempos de desplazamiento y sus impactos.
En definitiva, teletrabajo sí, pero en las circunstancias que sean aconsejables y eficaces tanto para la persona, como para la empresa y la sociedad. Pero resolvamos primero aquellas carencias que lo están convirtiendo en obligación y no en opción.
