Mucho se está hablando de qué va a ser de la Responsabilidad Social en el futuro y la conclusión viene a ser: hay que adoptar una forma diferente de hacer las cosas para poder contribuir al desarrollo sostenible.
Para ello las organizaciones necesitan gestionar el cambio, integrando el propósito como conductor de una estrategia de negocio sostenible. Hablamos de integrar, en las prácticas básicas de gestión, un enfoque centrado en el capital humano, social y medioambiental, además del financiero, y garantizar que la sostenibilidad se sitúe en el corazón del negocio.
El propósito va más allá del enfoque tradicional de declaración de intenciones centrado en la misión y visión. Supone una razón de ser trascendental que debe ser compartida por todos y estar inmersa en la cultura. Supone tomar en consideración a todos los grupos de interés, no sólo a los accionistas, a la hora de decidir qué es relevante gestionar y qué puede aportar la organización al desarrollo sostenible.
Cada persona debería sentir que hace aquello en lo que puede aportar valor a la sociedad y encontrarse satisfecha por ello. Y poder sumarse a una organización en cuyo propósito colectivo tenga cabida el suyo propio. Propósito y persona. Ser o no ser…