Parece buena noticia que el 89% de las empresas españolas ya está trabajando en relación con los ODS llevando a cabo acciones y proyectos.
Así lo confirma el informe ‘Contribución de las empresas españolas a la Agenda 2030: Resultados de la Consulta empresarial de desarrollo sostenible‘ publicado por la Red española del Pacto Mundial de Naciones Unidas.
En este punto, las diferencias según tamaño son significativas, siendo las grandes empresas las que tienen un mayor conocimiento.
En concreto, un 73% de las grandes empresas afirman conocerlo en profundidad frente a un 42% de pymes y microempresas y un 39% de los autónomos/as.
Aquí encontramos el primer gran reto de cómo hacer llegar el conocimiento sobre lo que es el desarrollo sostenible, en general, y qué aporta a las personas, al planeta y a la propia organización.
Sin embargo, destaca el ‘Sustainable Development Report 2022’, publicado por Naciones Unidas, en el año 2020 se produjo el primer retroceso global en la consecución de los ODS desde su lanzamiento en 2015 y esta tendencia se ha mantenido por segundo año consecutivo durante el año 2021.
En el caso concreto de España, este informe sitúa a nuestro país en el puesto 16 entre los 163 países evaluados por su alto compromiso y avance en los ODS, habiendo avanzado cuatro puestos respecto al año anterior.
A pesar del conocimiento y los esfuerzos, no se están alcanzando las contribuciones previstas para las metas al ritmo necesario para alcanzar los objetivos de la agenda 2030.
El Informe pone de manifiesto la gravedad y la magnitud de los desafíos a los que nos enfrentamos, en los que crisis en cascada y que se entrecruzan provocan impactos importantes en la alimentación y nutrición, la sanidad, la educación, el medio ambiente y la paz y seguridad que afectan a todos los ODS, el plan de acción para conseguir sociedades más resilientes, pacíficas e igualitarias.
Las pymes son una parte poderosa dentro del tejido empresarial español ya que representan alrededor del 90% de las empresas a nivel mundial y son responsables de más de la mitad del empleo a nivel global, además de formar parte de algunas de las cadenas de suministro más importantes del planeta.
Es por ello, que su involucración en el desarrollo sostenible resulta fundamental para alcanzar las metas de la Agenda2030 y transformar la economía.
Como en la fábula del congreso de los ratones, sabemos que el problema es el gato, pero ¿quién y cómo se le pone el cascabel?
Y en este segmento, también hay que hacer una distinción por tamaños.
Las medianas empresas, que tienen menos de 250 trabajadores (no les aplica directamente la regulación sobre divulgación que prepara la UE) y más de 100 están, en general, más avanzadas porque tienen más recursos y perciben el impacto reputacional y/o comercial que les origina.
Conforme bajamos el número de trabajadores y el volumen de negocio, y entrando en el ámbito de la pequeña empresa, el desarrollo es menor y en muchas ocasiones se observa que reaccionan por presiones de sus clientes y/o competidores (aquí funciona más disponer del “sello” que la estrategia).
En el caso de las microempresas encontramos, por un lado, aquellas que tienen cultura y propósito y desarrollan estrategias (por ejemplo, las B Corp) frente a las que ni siquiera se lo plantean porque no les aporta impacto económico inmediato.
Todo el mundo coincide en la importancia de hacer llegar los principios del desarrollo sostenible a las pymes y que desarrollen estrategias y planes para ponerlos en acción.
Pero también se reconoce, como he señalado, la dificultad que existe para llegar, sensibilizar y convencer de la propuesta de generación de impacto positivo interno y externo, no sólo económico, que supone implementar estrategias de desarrollo sostenible.
Existen iniciativas como, por ejemplo, las que han lanzado la Red española del Pacto Mundial o la Cámara de Comercio de España, que ponen a disposición de las pymes abundantes recursos para implementar políticas y acciones en este ámbito, pero ocurre como a quien le entregan un automóvil y no sabe conducir.
Es necesario que se les proporcione la ayuda de expertos que analicen los casos en particular y propongan les estrategias y planes de acción que sean prácticas y verdaderamente les aporte valor y permitan su desarrollo sostenible, a la vez que generan impacto positivo en las personas y el planeta.
Esto supone disponer de recursos y deberían, por tanto, existir ayudas para que en la práctica se implementen acciones.
Pero esto forma parte de otra discusión.
(Publicado en el Anuario 2023 - Corresponsables)
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